Una mala maña

un apéndice al cuaderno de lecturas de jorge luis borges, "el aleph"

Un apéndice sobre “El aleph” que se me ocurrió mientras me bañaba a las 6:30am un 7 de octubre del 2019.

Ilustración del artista tangerino José Hernández para una edición de El Aleph que sólo he visto por internet.

Ilustración del artista tangerino José Hernández para una edición de El Aleph que sólo he visto por internet.

Desde el otro día que leí El aleph no he podido dejar de pensar en la mezquindad del Borges personaje. No he podido dejar de preguntarme qué tan volteado hacia dentro tiene que estar una persona para que, aún tras ser expuesta a sí misma (“vi la circulación de mi oscura sangre, … vi mi cara y mis vísceras”), al otro (“vi tu cara”), y a “ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo”, decida agredir, decida violentar a quien lo ha facilitado. ¿Cómo es que siente “infinita veneración, infinita lástima” y, tras volver a sus cabales, lo que hace es girar no hacia el agradecimiento o el silencio, sino hacia la venganza?

¿Será que la envidia, en nosotros las gentes, es una pulsión mayor que cualquier totalidad, cualquier epifanía?

¿O será que del mismo modo que no le da el lenguaje ni la memoria, el resto del cuerpo no le aguanta y ahí entran los malos afectos a funcionar como un tipo de mecanismo de seguridad, un interruptor de emergencias que aísla cualquier falla causada por la entrada de ese elemento extraño que ha de ser la infinita veneración, la infinita lástima?

 

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