Frotarse con la riqueza, dice Flaubert
““Pero acabó por resignarse: guardó en la cómoda devotamente su precioso atavío y los zapatitos de raso cuya suela se había amarilleado al frotarse contra el suelo encerado y resbaladizo. Su corazón era como aquellos zapatos: al frotarse con la riqueza se le había pegado por debajo algo cuya huella jamás desaparecía ya”.”